sábado, 31 de mayo de 2008

LA PARADOJA (haz click sobre la imagen y accede al contenido del libro)


James C. Honter (2003)
La paradoja
7ma edición. Coleccón Epresa XXI. Ediciones Urano, S.A. España.

La Paradoja es un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo, del cual se desprende la maravillosa idea “primero sirvo, luego soy líder”.
En esta obra se puede apreciar, a juicio del autor, que para ser líder, paradójicamente, se debe servir a quienes se lidera. Una de las capacidades que sustenta esta relación, es el arte de escuchar que debe tener todo director o líder.
La obra, trata de un alto ejecutivo -John Daily-, algo escéptico y Director de una importante instalación industrial, quien decide abandonar a su suerte la fábrica y su familia, para pasar una semana en un verdadero monasterio, luego de haberse percatado que se encontraba viviendo en una situación de total descontento, ya que estaba fallando en su liderazgo como jefe, como esposo y padre, hasta en el equipo de béisbol que dirigía, estaba fallando. De allí, que toma tal decisión.
El autor, trata de definir en el primer capítulo, la magna responsabilidad que adquiere una persona cuando elige ser líder, pues todo parte de ahí, de la elección de dirigir, administrar y tomar decisiones, entre otras capacidades que debe desarrollar para ofrecer un buen servicio. Señala, por ejemplo, cómo los líderes son quienes crean el ambiente donde los trabajadores pasan la mayoría del tiempo que permanecen despiertos, lo cual es una responsabilidad muy importante, pues esos individuos parten de la idea de que cuentan con un líder y, viéndolo así, entonces el papel del líder debe partir de una vocación de lo más alto, ya que su actuación repercute en las vidas de quienes dirige.
Igualmente, el autor trabaja sobre la definición de líder, por lo que señala que cada vez que dos o más personas se reúnen con un propósito, existe una oportunidad de liderazgo. El verdadero liderazgo está al alcance de cualquiera, se trata de tener influencia sobre otros, lo cual requiere un inmenso esfuerzo personal que no todos los que ocupan cargos de liderazgo comprenden.
En este capítulo, también se establece la diferencia entre los términos gestión y liderazgo, señalando que la gestión no es algo que se realice con la gente, sino con cosas; por ejemplo, se pueden gestionar recursos, inventarios; pero nunca se gestiona seres humanos. Ellas, las personas, se lideran. En consecuencia, define liderazgo como el arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común y, lo es ciertamente, porque un arte es simplemente una destreza aprendida o adquirida que se va perfeccionando a través de su ejercicio.
Otra definición que trabaja es la del término influir, la cual se origina de la distinción entre poder y autoridad, destacando que poder es la capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que, aunque prefiera no hacerla, haga la voluntad del otro debido a su posición de fuerza; ejercer poder no exige inteligencia ni valor. Mientras que la autoridad, es el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que el líder quiere, en razón de la influencia personal, lo cual requiere el desarrollo de una serie de capacidades y destrezas especiales.
Es interesante, cuando el autor advierte que el poder puede acabar con las relaciones humanas, las cuales son de gran importancia en el ámbito del liderazgo, más aún, en una organización, donde se debe satisfacer las necesidades legítimas de los trabajadores, tales como sueldos dignos, respeto, confianza, compromiso, motivación, sentido de pertenencia, etc.
En su capítulo dos, destaca que un líder debe escuchar atentamente a sus trabajadores, valorar sus opiniones, ya que los sentimientos de respeto de quien lidera deben ser acordes con sus actos de respeto. En este acápite, la obra hace una reseña sobre el concepto del paradigma antiguo de liderazgo que se había venido enfocando en las organizaciones. Así, se observa que a juicio del autor, paradigma es un patrón psicológico, modelos que sirven de guía u orientación, que pueden ser útiles si se aplican apropiadamente, pero si se consideran inmutables para todo, pueden ser peligrosos, por cuanto pudiesen evitar el avance hacia cambios positivos. Por ello, recomienda reconsiderar continuamente los paradigmas internos, externos y organizacionales. que rodean al líder.
Por tanto, propone el cambio de paradigma en la estructura de la organización, invirtiendo la pirámide a partir de lo cual se comienza a distinguir a los trabajadores como colaboradores o asociados, lo cual obliga a todos los mandos a asumir una nueva mentalidad, es decir, un nuevo paradigma y, a reconocer que el papel del líder no es mandar y dominar sino de servir, configurándose así, una interesante paradoja.
En el tercer capítulo, Hunter trabaja los modelos de liderazgo, refiriéndose a ciertos líderes mundiales, uno de ellos es Jesucristo, a quien se destaca como el mejor líder de todos los tiempos, por haber influido desde su época hasta hoy, en la vida de miles de millones de seres humanos, ningún otro se le compara. A decir del autor, Jesús simplemente dijo que para ser el primero, había que tener voluntad de servicio, lideró a muchos sin ningún tipo de poder; sin embargo, tuvo autoridad y capacidad de influenciar a la gente; nunca coaccionó a nadie para que le siguiera.
Ésta es la razón que lleva al autor a plantear en la obra, que la pirámide invertida simboliza el modelo de liderazgo de servicio, el cual se construye sobre las bases de la autoridad, sacrificio, amor y voluntad.
El cuarto capítulo, se enmarca en la importancia de las relaciones, pues el autor hace énfasis en que para que éstas crezcan y maduren, deben ser cuidadosamente alimentadas, mediante el amor fundado en el comportamiento con los demás, independientemente de sus méritos. En este sentido, dedica su contenido al verbo amar, refiriéndose a que no siempre se pueden controlar los sentimientos, pero lo que sí se puede controlar es el comportamiento hacia los demás, aún cuando el otro no sea agradable; sin embargo, se debe ser paciente, honrado y respetuoso, aunque aquél no tenga buen comportamiento. Todo ello, lleva al autor a ensamblar los términos amor y liderazgo, planteándolos como sinónimos, en razón de que ambos encierran el respeto, honestidad, compromiso, humildad, afabilidad, entre otras cualidades que debe poseer un líder.
El capítulo cinco, trata del entorno o el ambiente que debe envolver al liderazgo, el cual queda a cargo del líder, propiciando las condiciones adecuadas y ofreciendo a sus trabajadores un ambiente sano donde éstos puedan desarrollarse, capacitarse y prosperar como individuos. Un líder debe siempre colocarse en el lugar de su gente y ser consciente de sus necesidades, crear siempre un clima de confianza y motivación al logro.
En el penúltimo capítulo, es decir, el sexto, el autor continúa refiriéndose a los sentimientos, destacando que de los comportamientos positivos se derivan sentimientos también positivos, lo cual configura la praxis, toda vez que éstos últimos junto a las ideas, creencias, vale decir, los paradigmas, determinan el comportamiento de los seres humano. La praxis explica el por qué las personas se apegan a todo aquello a lo que prestan atención y dedican tiempo. No obstante, también funciona a la inversa, por ejemplo, cuando alguien no le gusta el otro, además de tratarlo mal, termina odiándolo cada vez más. De allí, que deviene la elección mediante la praxis, esto es, cambiar el comportamiento para transformar los sentimientos.
El séptimo y último capítulo de su obra, Honter lo dedica a los resultados como producto del esfuerzo y la disciplina. Señala, que el líder que se funda en la autoridad está llamado a hacer muchas elecciones y muchos sacrificios, cuando se elige dar lo mejor de sí y sacrificarse por los demás, se provocará influencia sobre ellos. De allí, que se obtienen los resultados, pues todo ello, conlleva al logro de una serie de compensaciones que a nivel personal, enriquecen de gran manera a un ser humano, algunas de esas compensaciones son conquistar por la autoridad: amistades, respeto, reconocimiento, apoyo, entre otras.Para concluir esta reseña, es pertinente hacer referencia a lo difícil que puede ser, en primer lugar, desarraigar la cultura que han venido construyendo los gerentes en cuanto a su misión, pues cuya visión del liderazgo es totalmente distinta a la propuesta que plantea el autor en esta obra y, en segundo lugar, resulta igualmente difícil, lograr que éstos internalicen que ser líder significa servir, compromiso con su entorno laboral y organizacional, que la autoridad no es producto del poder, sino del amor hacia lo que se hace, del sacrificio por realizarlo cada vez mejor y del ejemplo que al respecto se puede dar.
Élide Hernández
Cursante de la Maestría Gerencia Estratégica